- Realizar el diseño y construcción de un objeto que permita la satisfacción de necesidades vinculadas con tu entorno familiar o escolar. Se propone un organizador para material de dibujo. En este trabajo se deben utilizar materiales reciclables, por ejemplo las latas de atún, los envases de leches, cartón, etc.. Deben entregarlo terminado el día lunes 24 de Octubre a la hora de taller.
- Elaborar una línea del tiempo de dos objetos técnicos de uso cotidiano, su evolución hasta la actualidad; los objetos son la computadora y el automóvil. Para ello deben investigar en libros, revistas, periódicos, internet, etc. y llevar la información e imágenes así como material necesario para trabajar en el taller el mismo lunes 24 de octubre.
- En cuánto a su evaluación, me permito informarles señores padres de familia, que sus hijos están muy indisciplinados y apáticos a trabajar, en su mayoría, de ahí que su promedio general en el taller de este primer bimestre es de 7.4; y esto se debe a que no llevan todo el material que se utiliza en el taller, además platican mucho, distraen a sus compañeros y no realizan las actividades adecuadamente. Les pido de favor su apoyo para que platiquen con sus hijos y ver cuál es el motivo de su bajo rendimiento. De antemano le agradezco su atención y para cualquier duda estoy a sus órdenes. Profesor Gerardo del taller de diseño industrial.
jueves, 20 de octubre de 2011
ACTIVIDADES A DESARROLLAR EN DISEÑO INDUSTRIAL 2do. GRADO.
martes, 13 de septiembre de 2011
COPIANDO LOS OJOS DE LOS ANIMALES.
Inspirándose en la fisiología del ojo de los animales los bioingenieros quieren desarrollar nuevas tecnologías para mejorar las cámaras de video y otros dispositivos ópticos.
No sería la primera vez que el ser humano alcanza un logro tecnológico y luego se da cuenta que la naturaleza lo descubrió hace mucho tiempo. Tampoco es la primera vez que se inspira directamente en la naturaleza para desarrollar algo nuevo.
Los mecanismos biológicos han evolucionado, gracias a la selección natural, durante millones de años hasta alcanzar una solución óptima a un problema. En el caso de los insectos la estructura de sus ojos lleva sobre la Tierra cientos de millones de años desde que sus antepasados, unos artrópodos marinos, desarrollaran ojos facetados por primera vez. Como los trilobites, ya extintos, que contaban con ese tipo de ojos.
Algunos investigadores desean aplicar este tipo de “recetas” sobre problemas tecnológicos actuales y crear modernas tecnologías. Para ello utilizan una estructura tridimensional de polímero que imita los componentes del ojo de algunos animales, desde la lente a los detectores de luz.
Aunque los ojos de estos animales fueron estudiados hace mucho tiempo, es ahora cuando disponemos de la tecnología necesaria para poder replicarlos. Algunos creen que la utilización de polímeros flexibles puede ser un buen camino. Incluso copiar la estructura tridimensional de un ojo facetado de insecto es ahora posible.
La naturaleza ha encontrado diversas maneras de formar una imagen mediante el enfoque de rayos de luz sobre una capa fotosensible. Los ojos de mamíferos, reptiles, anfibios y peces son muy parecidos en su estructura porque provienen de un antepasado común. Son poco más o menos como una cámara cuyo objetivo es una lente simple llamada cristalino, y el papel de la película es jugado por la retina. El enfoque se consigue, en general, variando la forma del cristalino o cambiando la forma del globo ocular.
La ballena por ejemplo posee un sistema hidráulico que varía la forma de globo ocular para cambiar la distancia del cristalino a la retina y conseguir así enfocar la imagen. Luke Lee y Robert Szema (University of California, Berkeley) ya han creado una versión de ojo de ballena gracias a una lente dinámica plástica barata que cambia su curvatura mediante la aplicación de una presión.
Los objetivos de ojo de pez actuales, que proporcionan un ángulo de visión muy grande, son muy complicados y caros debido a la gran cantidad de lentes que contienen. Con el nuevo sistema se puede controlar la curvatura de la lente, y estos objetivos serían mucho más baratos y efectivos.
De momento sólo dispone de unos prototipos. En el futuro veremos si la idea cuaja comercialmente.
En el caso de los insectos los ojos están compuestos de miles de lentes que proporcionan cada una un “pixel” de imagen. No son miles de ojos, sino un ojo compuesto cuyos componentes funcionan separadamente, con su lente, su cámara y su célula fotosensible. Los ojos de las libélulas cuentan con 30.000 componentes. Esos 30.000 píxeles les proporcionan 360 grados de visión. Todos estos “píxeles” son procesados simultáneamente en el ojo y permite a estos insectos tener una detección del movimiento muy eficiente.
Robert Olberg de Union College en Schenectady (New York) quiere conseguir un sistema de captación de imagen panorámico de 180 grados usando este sistema. Para ello combina lentes de polímero con guías de ondas que transmiten la luz hasta los fotodetectores.
Combinando dos de estos dispositivos se obtendría una cámara omnidireccional que cubriría 360 grados. Podría ser utilizado para vigilancia, o en su versión pequeña podría ser ingerido por un paciente para que los médicos observen el interior de su cuerpo sin preocuparse de hacia donde apunta la cámara.
Quizás es verdad que la naturaleza es sabia y por tanto haya que copiar más brillantes soluciones que ella encontró hace mucho tiempo.
No sería la primera vez que el ser humano alcanza un logro tecnológico y luego se da cuenta que la naturaleza lo descubrió hace mucho tiempo. Tampoco es la primera vez que se inspira directamente en la naturaleza para desarrollar algo nuevo.
Los mecanismos biológicos han evolucionado, gracias a la selección natural, durante millones de años hasta alcanzar una solución óptima a un problema. En el caso de los insectos la estructura de sus ojos lleva sobre la Tierra cientos de millones de años desde que sus antepasados, unos artrópodos marinos, desarrollaran ojos facetados por primera vez. Como los trilobites, ya extintos, que contaban con ese tipo de ojos.
Algunos investigadores desean aplicar este tipo de “recetas” sobre problemas tecnológicos actuales y crear modernas tecnologías. Para ello utilizan una estructura tridimensional de polímero que imita los componentes del ojo de algunos animales, desde la lente a los detectores de luz.
Aunque los ojos de estos animales fueron estudiados hace mucho tiempo, es ahora cuando disponemos de la tecnología necesaria para poder replicarlos. Algunos creen que la utilización de polímeros flexibles puede ser un buen camino. Incluso copiar la estructura tridimensional de un ojo facetado de insecto es ahora posible.
La naturaleza ha encontrado diversas maneras de formar una imagen mediante el enfoque de rayos de luz sobre una capa fotosensible. Los ojos de mamíferos, reptiles, anfibios y peces son muy parecidos en su estructura porque provienen de un antepasado común. Son poco más o menos como una cámara cuyo objetivo es una lente simple llamada cristalino, y el papel de la película es jugado por la retina. El enfoque se consigue, en general, variando la forma del cristalino o cambiando la forma del globo ocular.
La ballena por ejemplo posee un sistema hidráulico que varía la forma de globo ocular para cambiar la distancia del cristalino a la retina y conseguir así enfocar la imagen. Luke Lee y Robert Szema (University of California, Berkeley) ya han creado una versión de ojo de ballena gracias a una lente dinámica plástica barata que cambia su curvatura mediante la aplicación de una presión.
Los objetivos de ojo de pez actuales, que proporcionan un ángulo de visión muy grande, son muy complicados y caros debido a la gran cantidad de lentes que contienen. Con el nuevo sistema se puede controlar la curvatura de la lente, y estos objetivos serían mucho más baratos y efectivos.
De momento sólo dispone de unos prototipos. En el futuro veremos si la idea cuaja comercialmente.
En el caso de los insectos los ojos están compuestos de miles de lentes que proporcionan cada una un “pixel” de imagen. No son miles de ojos, sino un ojo compuesto cuyos componentes funcionan separadamente, con su lente, su cámara y su célula fotosensible. Los ojos de las libélulas cuentan con 30.000 componentes. Esos 30.000 píxeles les proporcionan 360 grados de visión. Todos estos “píxeles” son procesados simultáneamente en el ojo y permite a estos insectos tener una detección del movimiento muy eficiente.
Robert Olberg de Union College en Schenectady (New York) quiere conseguir un sistema de captación de imagen panorámico de 180 grados usando este sistema. Para ello combina lentes de polímero con guías de ondas que transmiten la luz hasta los fotodetectores.
Combinando dos de estos dispositivos se obtendría una cámara omnidireccional que cubriría 360 grados. Podría ser utilizado para vigilancia, o en su versión pequeña podría ser ingerido por un paciente para que los médicos observen el interior de su cuerpo sin preocuparse de hacia donde apunta la cámara.
Quizás es verdad que la naturaleza es sabia y por tanto haya que copiar más brillantes soluciones que ella encontró hace mucho tiempo.
viernes, 9 de septiembre de 2011
LA GRANJA PIRAMIDE
Sustentabilidad, Ecología y Bioclimática: La Granja Pirámide, un proyecto que podría cambiar el futuro de la humanidad.
Dos de los mayores problemas que enfrenta la humanidad para la segunda mitad de este milenio son: la carencia de alimentos y la destrucción del medio ambiente, que de no resolverse, podrían acabar con la vida en el planeta. El proyecto de Granja Pirámide propone una solución: una granja vertical, que permite llevar a cabo en un mínimo de espacio, un ecosistema completo y autosuficiente que cubre desde el cultivo de alimentos y plantas hasta el ahorro de los recursos naturales y la reutilización de los residuos orgánicos, lo que podría cambiar el futuro de humanidad. (Jue, 21 Jul 2011)
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Los cambios climáticos, la falta de agua, el crecimiento de la mancha urbana y el desmedido crecimiento poblacional han hecho que muchas regiones del mundo sean cada vez más vulnerables al déficit alimentario.
Debido a lo anterior, cada vez es más urgente el desarrollo de investigaciones e infraestructura que permitan soluciones para utilizar de forma más racional los recursos naturales y para hacer más productivos los terrenos disponibles para la producción de alimentos.
La denominada Agricultura vertical es una de las opciones para maximizar el rendimiento agrícola, ya que mediante iluminación artificial generada a partir de celdas solares y técnicas hidropónicas y aeropónicas es posible cultivar grandes cantidades de alimentos en edificios altos de las grandes ciudades, lo que convierte a las ciudades en lugares idóneos para resolver el desafío que supone alimentar a la creciente población del siglo XXI.
Además del aprovechamiento de los espacios, pues la agricultura vertical permite literalmente apilar los cultivos, esta nueva forma de labor representa también una serie de ventajas ambientales como: el ahorro de agua, pues solamente se requiere del 5% que comúnmente se usa en los cultivos tradicionales; prescindir del uso de herbicidas; y reducción de las emisiones de bióxido de carbono derivadas del transporte, pues los alimentos pueden producirse al interior mismo de las ciudades.
Un interesante proyecto que intenta aprovechar al máximo las ventajas que supone la agricultura vertical es la denominada Pyramid Farm (Granja Piramide) diseñada por los profesores de la Universidad de Columbia, Eric Ellingsen y Dickson Despommier*. El diseño está basado en la idea de que las granjas verticales se convertirán, en un futuro no muy lejano, en una de las más importantes soluciones para el suministro de alimentos.
Despommier, creador del concepto de agricultura vertical en la década de los noventa, considera que de no desarrollar nuevas alternativas para las técnicas de agricultura, millones de personas en el mundo podrían carecer de alimentos, e incluso padecer de hambruna para el año 2060. La Granja Pirámide ofrece para ello, una solución que propone un ecosistema completo y autosuficiente –capaz también, de producir peces y aves de corral- que cubre desde la producción de alimentos hasta la reutilización de los residuos orgánicos.
Desde hace más de 6 años el profesor Despommier ha trabajado con sus alumnos desarrollando este tipo de proyectos ambientales, que proponen la construcción de edificios hechos a base de paneles solares en su cubierta, para generar así grandes invernaderos que pueden ubicarse en cualquier lugar, ocupando poco espacio.
El proyecto de Granja Pirámide incluirá varios sistemas que permitan utilizar solamente el 10% del agua y el 5% de la tierra que se utiliza para los cultivos tradicionales, como por ejemplo: un sistema de aprovechamiento hidráulico; un sistema para la separación y reciclaje de aguas residuales; calefacción; sistema pasteurización; un sistema de aprovechamiento de carbón para la alimentación de la maquinaria e iluminación; y un sistema de monitoreo, riego y nutrición, este último de gran relevancia, ya que mediante una serie de sensores permitiría conocer el estado de las plantas para detectar cualquier tipo de anomalía o enfermedad, lo que evitaría el uso de pesticidas o químicos.
La agricultura vertical a pesar de las muchas ventajas que supone, tiene algunos detractores que sostienen que de llevarse a cabo puede ser muy complicada y costosa, sobre todo en lo que se refiere al gasto de energía eléctrica, pues para conseguir cosechas homogéneas y de calidad requiere de mucha iluminación artificial y maquinaria especial, principalmente cuando los rayos solares no inciden de manera directa sobre los cultivos.
Lo anterior ha provocado que muchos consideren que este tipo de proyectos son hasta cierto punto utópicos, sin embargo, no hay que descartar que en la medida en que se siga investigando en torno a ellos, los sistemas, estructuras y materiales autosustentables serán cada vez más eficientes y por lo tanto viables, lo que los convertiría en piezas clave para resolver el problema del abastecimiento de alimentos, además de la preservación de la ecología.
*Dickson Despommier, profesor de Ciencias de la Salud Medioambiental y Microbiología de la Universidad de Columbia, en Nueva York, está considerado como el padre de la agricultura vertical tras la publicación de su libro "The Vertical Farm" (La Granja Vertical). Por las ventajas que suponen este tipo de construcciones, Despommier ha asegurado que con las granjas verticales se podría reducir la incidencia de los conflictos bélicos derivados de la necesidad de recursos naturales, como el agua y la tierra para la agricultura.
Debido a lo anterior, cada vez es más urgente el desarrollo de investigaciones e infraestructura que permitan soluciones para utilizar de forma más racional los recursos naturales y para hacer más productivos los terrenos disponibles para la producción de alimentos.
La denominada Agricultura vertical es una de las opciones para maximizar el rendimiento agrícola, ya que mediante iluminación artificial generada a partir de celdas solares y técnicas hidropónicas y aeropónicas es posible cultivar grandes cantidades de alimentos en edificios altos de las grandes ciudades, lo que convierte a las ciudades en lugares idóneos para resolver el desafío que supone alimentar a la creciente población del siglo XXI.
Además del aprovechamiento de los espacios, pues la agricultura vertical permite literalmente apilar los cultivos, esta nueva forma de labor representa también una serie de ventajas ambientales como: el ahorro de agua, pues solamente se requiere del 5% que comúnmente se usa en los cultivos tradicionales; prescindir del uso de herbicidas; y reducción de las emisiones de bióxido de carbono derivadas del transporte, pues los alimentos pueden producirse al interior mismo de las ciudades.
Un interesante proyecto que intenta aprovechar al máximo las ventajas que supone la agricultura vertical es la denominada Pyramid Farm (Granja Piramide) diseñada por los profesores de la Universidad de Columbia, Eric Ellingsen y Dickson Despommier*. El diseño está basado en la idea de que las granjas verticales se convertirán, en un futuro no muy lejano, en una de las más importantes soluciones para el suministro de alimentos.
Despommier, creador del concepto de agricultura vertical en la década de los noventa, considera que de no desarrollar nuevas alternativas para las técnicas de agricultura, millones de personas en el mundo podrían carecer de alimentos, e incluso padecer de hambruna para el año 2060. La Granja Pirámide ofrece para ello, una solución que propone un ecosistema completo y autosuficiente –capaz también, de producir peces y aves de corral- que cubre desde la producción de alimentos hasta la reutilización de los residuos orgánicos.
Desde hace más de 6 años el profesor Despommier ha trabajado con sus alumnos desarrollando este tipo de proyectos ambientales, que proponen la construcción de edificios hechos a base de paneles solares en su cubierta, para generar así grandes invernaderos que pueden ubicarse en cualquier lugar, ocupando poco espacio.
El proyecto de Granja Pirámide incluirá varios sistemas que permitan utilizar solamente el 10% del agua y el 5% de la tierra que se utiliza para los cultivos tradicionales, como por ejemplo: un sistema de aprovechamiento hidráulico; un sistema para la separación y reciclaje de aguas residuales; calefacción; sistema pasteurización; un sistema de aprovechamiento de carbón para la alimentación de la maquinaria e iluminación; y un sistema de monitoreo, riego y nutrición, este último de gran relevancia, ya que mediante una serie de sensores permitiría conocer el estado de las plantas para detectar cualquier tipo de anomalía o enfermedad, lo que evitaría el uso de pesticidas o químicos.
La agricultura vertical a pesar de las muchas ventajas que supone, tiene algunos detractores que sostienen que de llevarse a cabo puede ser muy complicada y costosa, sobre todo en lo que se refiere al gasto de energía eléctrica, pues para conseguir cosechas homogéneas y de calidad requiere de mucha iluminación artificial y maquinaria especial, principalmente cuando los rayos solares no inciden de manera directa sobre los cultivos.
Lo anterior ha provocado que muchos consideren que este tipo de proyectos son hasta cierto punto utópicos, sin embargo, no hay que descartar que en la medida en que se siga investigando en torno a ellos, los sistemas, estructuras y materiales autosustentables serán cada vez más eficientes y por lo tanto viables, lo que los convertiría en piezas clave para resolver el problema del abastecimiento de alimentos, además de la preservación de la ecología.
*Dickson Despommier, profesor de Ciencias de la Salud Medioambiental y Microbiología de la Universidad de Columbia, en Nueva York, está considerado como el padre de la agricultura vertical tras la publicación de su libro "The Vertical Farm" (La Granja Vertical). Por las ventajas que suponen este tipo de construcciones, Despommier ha asegurado que con las granjas verticales se podría reducir la incidencia de los conflictos bélicos derivados de la necesidad de recursos naturales, como el agua y la tierra para la agricultura.
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